Hoy desperté con unas ganas tremendas de llamarte y decirte que si podíamos vernos en el mismo cuarto de siempre, que si podíamos ir libres y sin prejuicios, que si podíamos ir solos incluso sin la sombra propia. Desperté con ganas de aventarte en la cama y hacer temblar el cielo de ver tu sonrisa macabra y de escuchar mi respiración agitada. Desperté con tantas ganas, tantas, tantas... Que no pude ni siquiera recordar tu teléfono.
Pensamientos que giran y giran sin dirección...
13.10.09
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